sábado, 15 de septiembre de 2007

¡Si Lutero no hubiera dicho nada!

Imaginémonos que Martín Lutero hubiera quedado callado y el día 31 de octubre de 1517 fuera un día más sin ninguna diferencia. Quizás hoy estaríamos con una cristiandad totalmente distinta de aquél entonces y no hubiera pasado todo lo que pasó. La Biblia seguiría escondida en algún monasterio y muy pocos conocerían la palabra de Dios. Seríamos creyentes de lo que nos dijeran y no podríamos reflexionar cotejando las ideas, la palabra de Dios y la realidad. Hoy, nosotros como Iglesia no existiríamos sino que seríamos parte de alguna otra expresión (esto si fuéramos cristianos, ¿no?).
En muchas familias esto no está muy claro pues pensamos que ser Luterano tiene que ver con nuestro apellido (si tiene alguna ascendencia europea o no). Cómo si fuera posible que la Fe en Cristo pasara por la genética y fuera algo así como que una herencia congénita. En una de las tantas comunidades de la Iglesia (no vamos a decir el país para no herir sentimientos) un pastor preguntó: ¿Y la Biblia de dónde vino?, a lo que un parroquiano contestó muy prontamente: ¡Pero Pastor! ¿No sabe usted Que la escribió Lutero, y en alemán?
Así que muchísimos de nosotros, Luteranos por tradición (o por herencia genética), pasados 490 años de aquél 31 de octubre todavía no nos dimos cuenta de lo que esto significa para nuestros días. La Biblia la tenemos en nuestras casas (¿leerla para qué? ¡que lo hagan los pastores, para esto estudiaron!). Si somos Luteranos, y ¿qué quiere decir esto?
Seguramente ahora empezaron a bailar muchos conceptos en nuestras cabezas. Algunos nos acordaremos algo de la historia de Lutero, otros del catecismo menor que aprendimos en la confirmación, otros alguno que otro texto bíblico y por allí quedamos. Seguro sabemos quién fue el pastor que nos bautizó, que hizo la confirmación, el casamiento y alguna que otra actividad más, pero saber que significa todo esto de: “vida cristiana”, “mayordomía”, “evangelios”, “diaconía”, “sacramentos”, “liturgia”, “trinidad”, “año eclesiástico” entre otros términos tan “complicados” y que solo los saben los/as pastores/as.
Para qué nos vamos a preocupar en aprender acerca de toda la historia de los evangelios y del antiguo testamento, si en la Iglesia incluso algunos “….” hacen estudios bíblicos (¿para qué?). ¿De Martín Lutero? ¿Qué hay para saber?
Mejor hubiera quedado callado Martín Lutero y no hubiera hecho la reforma de la Iglesia para que así hoy no tuviéramos que hacer el esfuerzo neuronal de recordar qué hizo y por qué lo hizo. Mejor no hubiera clavado las 95 tesis en la catedral de Wittenberg (¿las ha leído usted alguna vez?) y hubiéramos seguido en la creencia de poder comprar el perdón de nuestros pecados con un papelito que nos vendían y con esto garantizar la “entrada al Cielo”.
Mejor no hubieran seguido estudiando los teólogos luteranos para así darnos mejores posibilidades de razonar acerca de la Fe y también crecer como pueblo de Dios en esta realidad; puesto que sería mucho más cómodo no pensar acerca de la Fe, simplemente “tenerla” en nuestros corazones un ratito y quizás en alguno que otro domingo.
Así que hermano y hermana, hizo alguna diferencia en su vida que Lutero abrió su boca, puso sus ideas en el papel y las divulgó, que reformó la Iglesia y que hoy tenemos una Iglesia abierta, democrática y que invita a la participación de todos/as sin distinción ni acepción de personas.
Pues si verdaderamente hizo alguna diferencia o hace alguna diferencia tener una amplitud tan grande en nuestra perspectiva de Fe tendríamos que empezar a generar cada vez más comunidades como la nuestra y multiplicar estos dones que Dios ha derramado sobre nosotros, puesto que acudimos a la Iglesia Evangélica Luterana ¿verdad?
Una Iglesia que es cuerpo de Cristo en el mundo, que predica la Buena Noticia (evangelio) desde la perspectiva de aquél loco monje agustino (Lutero) que empezó a querer cambiar las cosas en su tiempo y que como consecuencia de sus dichos y hechos podemos decir que ha surgido la edad moderna, hemos salido de un mundo de la oscuridad y hemos entrado en una edad en dónde la libertad de pensamientos, de expresión y de cambio de mentalidad (conversión) son una constante.
Si, quizás mejor hubiera quedado callado Martín Lutero pues estamos bastante cómodos por no pensar acerca de nuestra Fe, nuestra historia y nuestro compromiso con el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Que Dios nos bendiga y nos invite cada día más a participar de forma activa de esta reforma de la Iglesia que hace ya 490 años que está en marcha.

1 comentario:

sandro luckmann dijo...

Muito boa a reflexão!!! Ainda bem que não se calou Lutero, e diariamente repetia: "fui batizado"; e se jogou no mundo. Aliás, é no mundo o lugar de toda pessoa cristã abrir sua boca, mãos, dons...