domingo, 26 de abril de 2009

El Celibato en el ojo ajeno

¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo? Hipócritas, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. Mateo 7:4-5

En estos días ha sido rimbombante el tema del celibato sacerdotal de un funcionario de un país vecino en los medios de nuestro país y de nuestra provincia, rindiendo unas cuantas tapas de diario y lugar de destaque en varios periódicos y semanarios. Es muy interesante que una cuestión de normativa religiosa particular, de una confesión cristiana – si bien mayoritaria en Latinoamérica, pueda llamar tanta atención y generar tanta repercusión en los medios.

Para el protestantismo histórico el celibato es una variante que acompaña el lugar de la intimidad de cada individuo y así lo hemos mantenido. El celibato como opción personal es respetado y apoyado pues no somos quienes para inmiscuirnos en la vida privada de las personas.

En cuanto a nuestros hermanos Católicos Romanos no podemos, no queremos, ni nos interesa hacer juicio de valor acerca de las normativas internas y particulares de su confesionalidad, mucho menos de la conducta de uno u otro ministro, sacerdote y/o autoridad eclesiástica.

Ahora bien, para el tronco histórico del protestantismo existe un tipo de CELIBATO que si es muy importante: la separación de la Iglesia y el Estado. El no casamiento entre una forma de gobierno y/o de estado con la particularidad específica de la Iglesia. En los años 35 al 45 del siglo pasado, en Europa hubo un intento de cooptar la Iglesia Luterana en Alemania y fue fuertemente rechazado por amplios sectores del luteranismo, generando en aquél entonces una Iglesia Confesante que ha sido perseguida por el absolutismo y totalitarismo de aquél entonces.

En el caso específico de nuestra realidad misionera hay un intento de rotura de este CELIBATO, obligando la Iglesia dialogar con otros lenguajes. Nos hemos visto invadidos, en una celebración litúrgica por un festejo particular, con promesas electoreras (2006) por sectores del gobierno de turno y en los últimos días nos vimos “invadidos” nuevamente con una solicitada irrespetuosa promocionada por funcionarios del gobierno provincial.

Hoy la Iglesia Luterana Confesante misionera ha sido obligada a Celebrar Misas en la calle y las interferencias en nuestro quehacer particular y normativo son de una virulencia tal que están más para el bochorno que para una construcción democrática. Así como muchos/as se sienten habilitados para hablar y mirar la conducta personal del gobernante del país vecino, también muchos/as se sienten con “derecho” a hacer juicio de valor acerca de nuestra particularidad confesional, rompiendo este “celibato” específico. ¿Tendríamos que empezar a mirar y a interferir en las cuestiones gubernamentales para quedar a mano? De nuestra parte mantenemos una postura de respeto, ¿sería mucho exigir lo mismo?