domingo, 4 de enero de 2015

Bautismo y rebautismo – algunas reflexiones (una serie de predicaciones para empezar el 2015)

Hacen ya 10 años que escribí un pequeño ensayo acerca del bautismo de Jesús y de la interpretación del bautismo en algunas confesiones cristianas. Había sido un pequeño intento de llamar la atención acerca de la práctica del rebautismo, quizás bastante tímido y poco incisivo, algo muy “natural” en nuestro modo de ser confesional. Algo que no sería de tal forma si lo hubiera escrito el mismo Lutero, quién tenía una forma bastante dura para eximir los argumentos a partir del Evangelio. Uno a veces peca de ingenuo pensando que todos/as entienden lo que uno dice y/o expresa, tanto en charlas pre-bautismales como en espacios de predicación.

En Efesios 4 “Uno es el cuerpo, uno el Espíritu, como es una la esperanza a que habéis sido llamados, uno el Señor, una la fe, uno el bautismo, uno Dios, Padre de todos, que está sobre todos, entre todos, en todos. Cada uno de nosotros recibió la gracia a la medida del don del Mesías.” podemos leer bien claro la concepción de Bautismo a partir del texto en referencia, aunque no es el único bíblico que nombra el bautismo y/o el acto de bautizar, si quieren tomarse el trabajo pueden leerse las 88 referencias (Mt 3,1; Mt 3,6; Mt 3,7 ; Mt 3,11 ; Mt 3,13 ; Mt 3,14 ; Mt 3,16 ; Mt 11,11 ; Mt 11,12 ; Mt 14,2 ; Mt 14,8 ; Mt 16,14 ; Mt 17,13 ; Mt 21,25 ; Mt 28,19 ; Mc 1,4 ; Mc 1,5 ; Mc 1,8 ; Mc 1,9 ; Mc 6,14 ; Mc 6,24 ; Mc 6,25 ; Mc 8,28 ; Mc 10,38 ; Mc 10,39 ; Mc 11,30 ; Mc 16,16 ; Lc 3,3 ; Lc 3,7 ; Lc 3,12 ; Lc 3,16 ; Lc 3,21 ; Lc 7,20 ; Lc 7,29 ; Lc 7,30 ; Lc 7,33 ; Lc 9,19 ; Lc 12,50 ; Lc 20,4 ; Jn 1,25 ; Jn 1,26 ; Jn 1,28 ; Jn 1,31 ; Jn 1,33 ; Jn 3,22 ; Jn 3,23 ; Jn 3,26 ; Jn 4,1 ; Jn 4,2 ; Jn 10,40 ; Hch 1,5 ; Hch 1,22 ; Hch 2,38 ; Hch 2,41 ; Hch 8,12 ; Hch 8,13 ; Hch 8,16 ; Hch 8,36 ; Hch 8,38 ; Hch 9,18 ; Hch 10,37 ; Hch 10,47 ; Hch 10,48 ; Hch 11,16 ; Hch 13,24 ; Hch 16,15 ; Hch 16,33 ; Hch 18,8 ; Hch 18,25 ; Hch 19,3 ; Hch 19,4 ; Hch 19,5 ; Hch 22,16 ; Rom 6,3 ; Rom 6,4 ; 1 Cor 1,13 ; 1 Cor 1,14 ; 1 Cor 1,15 ; 1 Cor 1,16 ; 1 Cor 1,17 ; 1 Cor 10,2 ; 1 Cor 12,13 ; 1 Cor 15,29 ; Gál 3,27 ; Ef 4,5 ; Col 2,12 ; Heb 6,2 ; 1 Pe 3,21).

Pero el tema principal en torno al rebautismo no es el bautismo en sí mismo sino una concepción humanista de lo que se piensa que es la fe. Desde un punto de vista antropológico y humanista el ser humano es el centro de la realidad y es quién determina la misma. Dentro de esta perspectiva es uno mismo el que “tiene” la fe y a partir de esta acción humana uno deliberadamente es consecuente con esta “fe”. De allí la idea que si uno tiene fe y la manifiesta está apto para decir que “quiere” ser bautizado. La acción y/o el ser sujeto de esta acción es totalmente humana y a partir del ser humano, además de tener que ser corroborada por un acto cognoscitivo y de convencimiento; o sea: además de conocer acerca de lo que es la fe se tiene que estar convencido de esta verdad para así poder conscientemente optar por una acción que es el bautismo. Si realizas el bautismo sin estos parámetros, por lo tanto, no es válido y no “tiene sentido” porque no estabas “convencido” de tal situación.

Si medimos la relación de Dios para con la humanidad de acuerdo a la seguridad que tiene una persona de la validez de lo que piensa o siente (el convencimiento), entonces estaremos afirmando con todas las letras y argumentos que Dios existe porque nosotros en él creemos, algo totalmente distinto que decir que nosotros existimos (pensamos, creemos, vivimos y somos seres humanos) porque Dios con su acción nos ha creado, algo así tan absurdo como decir: Creo en Dios Padre todopoderoso criador del cielo y de la tierra.

Hablemos a partir del ser cristiano y desde la óptica de Dios para con nosotros. Dios entregó a su hijo para que muriera por nuestros pecados en la cruz por gracia de él para con nosotros. Ninguna obra humana es meritoria de este sacrificio. Si miramos el bautismo a partir de la acción de Dios para con la humanidad y de Cristo en el medio nuestro podemos empezar a dimensionar lo que es la gracia de Dios para con nosotros. Entenderlo como sacramento (regalo de Dios para los seres humanos), o “medio de gracia” es poner al ser humano como receptáculo de la gracia de Dios sin acción justificativa ni cognoscitiva necesaria.

Ahora bien, entender el Bautismo como obra de Dios hacia nosotros (sacramento) y en dónde nos regala el don de la Fe, la esperanza y el amor, transformando nuestra realidad de simples seres humanos en “agraciados” por Dios, es algo muy distinto de lo que se venía diciendo un poco antes. Se usa el término latino “Ex opere operato” para decir que incluso si el sacramento haya sido realizado por una persona indigna, un malhecho y/o algo peor no tendría ningún condicionante pues es Dios mismo el que lo realiza por Su Obra y Gracia hacia nosotros. La obra de Dios es independiente y totalmente libre del “convencimiento” y “conocimiento” humanos.

La libertad de Dios para con los seres humanos no tiene condicionantes, la acción de Dios mucho menos. En los sacramentos (Bautismo y Santa Cena) es Dios mismo quién se manifiesta con su gracia hacia nosotros. El Bautismo es el sacramento por el cual recibimos el Espíritu Santo y que nos da el don de la Fe (diferencia entre Fe y fe = la primera es don de gracia de Dios hacia nosotros, la segunda es parte del accionar humano). Con esta Fe recibida somos llamados a ponernos al servicio de la promesa del Reino de Dios (que vendrá hacia nosotros), incondicionalmente. Al recibir esta gracia, por otro lado, no dejamos de ser pecadores ni mucho menos seres humanos, somos iguales (con toda la humanidad) en nuestra condición de pecadores y somos distinguidos por Dios al regalarse hacia nosotros (hacia todos los seres humanos) sin mérito nuestro ni convencimientos efímeros.

Sabemos igualmente que muchas personas sufren tribulaciones y son llevadas a “encontrar” a Dios en convencimientos humanos y en actividades ritualistas “liberadoras”, debemos como cristianos orar por estas mentes y espíritus atribulados y sufrientes e intentar ayudarlas a recibir los dones de Gracia regalados por Dios. Condenar a los rebautizados sería ponerle una carga más que los impediría a encontrarse con los dones de la Gracia. A los que hacen de esta práctica (el rebautismo) una forma de “convencer” y poner más personas en su “propuesta religiosa” no podemos decirle nada más que así como todos los seres humanos (incluso el que escribe) seremos sometidos al juicio de Dios y allí rendiremos cuentas de nuestro accionar a partir de la Gracia que hemos recibido.

Domingo que viene trataremos el tema de la “conversión”.

El bautismo de Jesús. Un llamado a la unidad de los Cristianos (12-01-2004)

Toda la cristiandad en todo el mundo y en todo lugar es unificada por la práctica del Bautismo. Para los judíos de la época de Jesús, era un rito de purificación realizado antes de entrar al templo y elevar sacrificios a Dios. Lo que parece que puede ser algo que unifica en muchos casos es lo que separa la comunión cristiana. Las diferencias de criterio en torno de esta práctica Sacramental tienen más tintes humanos que primordialmente bíblicos y evangélicos (evangelio = buena noticia). Es interesante que en muchas confesiones cristianas se practique el re bautismo; o sea, que el bautismo realizado por una determinada confesión cristiana (iglesia) no sea aceptado por otra.

Sería como un planteo hipotético que Dios está en una iglesia y en otra no. De esta forma solo aquellos que tienen la certificación de expresa de Dios para realizar el Bautismo Verdadero. Aunque no encontramos en ninguna fuente bíblica esta certificación ni autorización; lo que si encontramos con toda seguridad es el mandato que bauticemos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, nada más que esto.

Creemos firmemente que las divisiones entre los cristianos tienen que ver más con cuestiones humanas y de relaciones de sentido antropológico que de sentidos precisamente bíblicos teológicos.

  • Algunos decimos que solo el Bautismo de adultos es válido, entonces si alguna confesión ha bautizado a una persona cuándo era niño tenemos que “rebautizarlo” cuándo adulto.
  • Otros decimos que solo nuestro Bautismo es válido, no aceptamos que el espíritu del Dios verdadero esté en otras confesiones que tienen formas distintas de alabar a Dios.
  • Mientras que algunos de nosotros creemos que el Bautismo es un acto total de gracia de Dios para con nosotros y no hay intermediación humana en este evento. Que Dios se regala con su Espíritu Santo en el agua y se entrega totalmente al Bautizado.

Si fuera el caso de que tuviéramos que explicar o entender el gran regalo de la gracia de Dios para nosotros en el Bautismo, ni todos los teólogos, intelectuales y predicadores del mundo llegarían a poder encontrar algo valedero. El regalo de Dios para los seres humanos es tan grande que nuestro entendimiento no llega a descifrar todos los misterios de Dios incluidos en él.

Dentro de esta perspectiva muchas confesiones cristianas ya están trabajando en conjunto hace muchos años en el reconocimiento mutuo del bautismo y la aceptación plena del mismo. Para estas confesiones es independiente la edad del Bautizado, es independiente la forma y la cantidad de agua usada, siempre y cuándo se lo haga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Así que podríamos hacer un esfuerzo como cristianos que creemos en un solo Señor, aunque de formas distintas, y empezar a trabajar en conjunto en cuestiones tan importantes como el bautismo, principalmente para no generar confusión entre aquellos que se acercan a la palabra y al sacramento. 

Si decimos que el Bautismo en otra confesión cristiana no es válido estamos trabajando con una lógica bastante complicada puesto que estamos diciendo, en el fondo, que Dios allá no está y que solo nosotros tenemos la certeza de la salvación; de la misma forma estamos dándole la razón a aquellos que piensan lo mismo de nosotros.

El Bautismo de Jesús es un llamado a la unión de todos/as cristianos/as en el mundo, para que nos unamos bajo el manto sagrado de Nuestro Señor Jesucristo.