miércoles, 23 de julio de 2008

Llamado a servir

En la confesión luterana hay un término que intenta describir las responsabilidades de todos/as los cristianos/as en la comunidad y en la sociedad, es el Sacerdocio Universal de Todos los Creyentes. Esta era la forma que Martín Lutero usó para explicar la función de cada uno de nosotros en la comunidad cristiana y en nuestras labores en la sociedad en general. Es extremamente interesante entender esta perspectiva de ejercer el sacerdocio en todos los ámbitos en los cuales uno está inserto. El punto de partida para el mismo es siempre la Mesa del Señor (la Santa Cena) que nos alimenta, alienta y nos invita a seguir en la senda del servicio. Es a partir de allí que somos enviados a ejercer este sacerdocio y es a partir de allí que somos llamados a evaluar nuestro ejercicio del mismo. Podríamos decir que el Cristiano deja de tener oportunidades de descanso; cuando ejerce una actividad comercial (para la cual fue vocacionado) debe intentar hacerlo de la mejor manera posible, siguiendo caminos de justicia; cuando ejerce una actividad docente debe intentar hacerlo de manera que sus alumnos puedan encontrar reflejado/a en él/ella este sentido del servicio; cuando está en el ámbito de la salud también debe desarrollar la atención a los/as que lo demandan, de manera que sean hechos parte de este don que Dios les ha dado. Teniendo en cuenta, entonces, que todos/as somos vocacionados/as para el servicio en todos los ámbitos en que nos desarrollamos, estamos, de esta manera, impedidos de hacer una separación entre lo que es nuestra vida cristiana y nuestra vida civil, pues las mismas no tienen separación, o sea, está de forma integral al servicio de nuestro Dios y Señor. De esta forma tampoco podemos hacer la confusión o la mezcolanza de los dones. Si uno fue vocacionado para ser mecánico, por ejemplo, que sea un buen mecánico y no vaya a ejercer como enfermero o veterinario, si uno fue vocacionado al desarrollo de nuevas capacidades inventivas que se dedique a lo suyo, pues para esto Dios le dio este don. Así que hoy por hoy podríamos decir que si alguien está enfermo que acuda a quién Dios ha vocacionado (y para lo cual también se ha capacitado - con ayuda de Dios) en el campo de la salud. Imaginémonos la paradoja y la gran contradicción si para arreglar un motor hiciéramos una oración y ya lo tendríamos hecho (¿para que el pobre mecánico se habría capacitado? y ¿para qué Dios le habra dado el don - talento?); si para curarnos de las enfermedades (muchas veces muy graves) que nos aquejan tuviéramos que buscar alguna iglesia o capilla que nos sanara para qué entonces tendríamos los hospitales, clínicas, sanatorios y todo lo demás? Muchos se acordarán de Syster Sigrid, o mejor, hermana Sigrid, que fue formada como Diácona pero a la vez también tenía la capacitación de enfermera; para hacer los partos seguramente ponía sus manos en las manos de Dios pero ejercía su capacitación en el campo de la salud. En ella encontramos uno de los ejemplos más claros de cómo somos y podemos ser vocacionados al servicio, ella recibió el llamado a servir en su tierra lejana y se entregó de corazón a nuestra gente y a la tierra colorada, pero de ninguna manera confundió sus dones y sus roles.


Le invito ahora a que tome su Biblia y lea Mateo 25:14-30 y compare los talentos (dones - no dinero) que Dios le ha dado y que evalúe los frutos que este ha generado en su comunidad cristiana, en la relación con las personas que trabajan bajo su responsabilidad, en la relación con los/as compañeros/as de trabajo; en su vida familiar y en el vecindario. Ojalá -que cada uno de nosotros pueda encontrarse preparado para este juicio- y evaluación de nuestro Dios, puesto que Él siempre nos invita y nos llama a servirle en este mundo que tanto necesita.


En nuestra parroquia la mesa es servida todos los domingos, todos los domingos compartimos este pan de vida y este vino de perdón de pecados, cuerpo y sangre de Cristo, Quizás podamos encontrarnos también reunidos en el servicio a nuestro Señor en la sociedad y también en los dones y talentos que Dios nos ha dado para ayudar a SU Iglesia. No dejes TUS talentos enterrados, no dejes que la práctica del servicio se oxide y también con ella tu vida no encuentre sentido. Ven, todos estamos invitados y llamados a esta gran mesa y a este gran sacerdocio como hacedores y seguidores de la palabra de Dios en este mundo que tanto necesita.

sábado, 5 de julio de 2008

¿Cómo y con quienes somos Luteranos?

Documento de estudio

Después de mucho meditar, reflexionar y poner en oración quisiera exponer algunas lineas de cómo nos entendemos en esta comunidad de Fe. Quisiera, por lo tanto, invitarles a entrar en este camino de reflexión y crecimiento a partir de: elementos que nos son comunes a todos/as luteranos/as en el mundo; elementos que nos son comunes a todos/as integrantes de la Iglesia Evangélica Luterana Unida a nivel de Argentina y Uruguay y en lo particular elementos que nos son comunes a todos/as miembros integrantes de esta Parroquia Luterana Olaus Petri en particular.
Partiremos de lo universal, para lo regional y después haremos hincapié en lo local y particular:
En el prefacio del Libro de Concordia (1580) dice:
…¨deseamos repetir una ves más que no es nuestra intención fabricar algo nuevo por medio de este acuerdo ni alejarnos en modo alguno, ya sea en cuanto a contenido como forma, de la verdad divina que nuestros predecesores y nosotros hemos aceptado y confesado en lo pasado, pues nuestro acuerdo se basa en las Escrituras proféticas y apostólicas y está condensado en los tres credos, como también en la Confesión de Augsburgo, entregada en el año 1530 al Emperador Carlos V, de muy grata memoria, en la subsiguiente Apología, en los Artículos de Esmalcalda y en los Catecismos Mayor y Menor del ilustrísimo Dr. Lutero. Al contrario, nuestro propósito es permanecer unánimes, por la gracia del Espíritu Santo, en esta confesión de fe y examinar todas las controversias religiosas y sus explicaciones por medio de ella. Además, es nuestra intención llevar una vida de genuina paz y armonía con los demás electores y estados del Sacro Imperio Romano Germánico y también con otros potentados cristianos, según los estatutos que rigen en este imperio y los tratados especiales que hemos concertado con ellos, y brindar a todos el correspondiente afecto, servicio y amistad.
Ya en el 1530, en la primera Confesión de Fe elaborada y presentada ante el estado (alemán en aquel caso), llamada Confesión de Augsburgo, la Iglesia Luterana se identifica dentro de un marco que después originaria la construcción y constitución del estado moderno en dónde se separan los ámbitos dogmáticos, eclesiales y de fe Cristianas de la organización civil, constitucional y nacional del Estado.
Todas las Iglesias Luteranas en el mundo aceptan como normativas básicas los textos del Antiguo y Nuevo Testamento (en las respectivas traducciones al vernáculo usado en cada país o nación), la Confesión de Augsburgo, los Catecismos Mayor y Menor de Martín Lutero y los Tres Símbolos o Credos; muchas (no todas) aceptan en la íntegra al Libro de Concordia (1580) que contiene también otros escritos confesionales.
Dentro de esta perspectiva normativa somos considerados Cristianos por haber sido hechos parte de la Iglesia Universal (el cuerpo de Cristo ) por el Sacramento del Santo Bautismo y por participar del Sacramento de la Santa Cena. Ahora bien, solo podemos considerarnos parte de la comunión luterana mundial, regional y/o local si participamos del Rito de la Confirmación en dónde nos comprometemos con esta comunidad de Fe y con el marco confesional correspondiente: los textos canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento y Los escritos confesionales de la Iglesia Evangélica Luterana, además de las normativas de cada Iglesia regional y de cada comunidad, congregación y/o parroquia en particular.
Toda persona recibida por el Rito de la Confirmación, en alguna de las Iglesias miembro de la Federación Luterana Mundial , es considerada como miembro pleno de la Comunión Luterana Mundial. En Argentina, nuestro caso específico y nacional, existen dos iglesias miembros de la FLM, la Iglesia Evangélica Luterana Unida y la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, por ende todos los miembros de las dos comunidades eclesiales somos parte de la comunión luterana mundial, así como lo es la Iglesia Luterana de Suecia (Svenska Kyrkan) y otras iglesias luteranas europeas, americanas y de otros continentes.
Así hemos recibido y constituido como miembros de nuestras congregaciones y/o iglesia a muchas personas que han venido desde otros países y/o otras comunidades eclesiales de confesión luterana. En el caso de cristianos de otras confesiones, para que puedan hacerse parte de esta perspectiva confesional se les dispende el mismo tratamiento que a los que hacen el Rito de la Confirmación, o sea, es necesario un espacio de formación y entendimiento del marco confesional luterano, pero aceptado como válido el Sacramento del Bautismo realizado en otras confesiones y/o denominaciones cristianas; siempre y cuando hubiere sido hecho en El Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
La Confesión de Augsburgo, principalmente, en sus Artículos V – El oficio de la predicación; VII – La Iglesia; VIII - ¿Qué es la Iglesia?; XIII – El uso de los sacramentos; XIV – Gobierno eclesiástico, es muy clara en cuanto a las atribuciones del ministerio eclesiástico (sacerdocio) y la circunscripción de todos los feligreses aceptados por el rito de la Confirmación y a la sujeción a estas normas.
La Iglesia Evangélica Luterana Unida acepta los escritos confesionales supra mencionados, además tiene Estatuto que la compone como culto reconocido por el Estado Argentino, Reglamento en dónde se ordenan los aspectos internos y un documento normativo (aprobado en Asamblea General Ordinaria del año de 1972) llamado Normas de Vida Interna, que establece y explicita las atribuciones de las Congregaciones y/o Parroquias, los/as Pastores/as, de la organización Sinodal y/o consejo de la Iglesia como un todo. En esta organización eclesial hay distintos tipos de congregaciones y/o parroquias: algunas están incluidas en una misma personería jurídica (Iglesia Evangélica Luterana Unida) y otras tienen su propia personería jurídica pero TODAS son indefectiblemente parte de un cuerpo (sínodo) que se constituye como Iglesia Evangélica Luterana Unida. Este cuerpo, institución es compuesto orgánicamente y normativamente por Congregaciones y Pastores (sin importancia del orden), tanto la Congregación y/o parroquia como el/la pastor/a es CONSTITUTIVO de la Iglesia Evangélica Luterana Unida. En sus asambleas sinodales votan y participan activamente los delegados de las congregaciones y/o parroquias y los/as pastores/as.
En el Título V, DE LOS MIEMBROS, de los Estatutos de la Iglesia Evangélica Luterana Unida dice específicamente acerca de los miembros (asociados) clérigos “Los miembros clérigos deberán ser aceptados por la Asamblea General de la Iglesia Evangélica Luterana Unida , previo informe favorable del Ministerium”; los Miembros (Asociados) laicos. “Esta categoría de asociados serán personas físicas que representan a cada una de las siguientes congregaciones” (no citaremos a todas aquí, pero en particular la n. 18 – “Olaus Petri” «Oberá, Misiones, Argentina»).
Empezamos así a ubicar desde lo universal (por el bautismo), desde lo confesional (por la confirmación), para culminar en lo organizacional (Federación, Iglesia, Congregación y Pastores/as). Esta Parroquia desde los años 50 tiene relación directa con la organización nacional de la Iglesia Evangélica Luterana Unida y a partir de su conformación jurídica relación constitutiva con la Comunión Luterana Mundial, en la figura de misión de la Iglesia Luterana de Suecia (Svenska Kyrkan) y en su posterior inclusión a la organización sinodal nacional: Iglesia Evangélica Luterana Unida.
El primer pastor no itinerante, permanente, enviado por la Iglesia Luterana de Suecia (Svenska Kyrkan) integró el cuerpo ministerial de la Iglesia Evangélica Luterana Unida a partir del año 1954 y fue uno de los impulsores de esta identidad confesional regional y/o nacional.
La comunidad, congregación y/o parroquia denominada entonces Asociación Concordia también se hace parte como miembro orgánico (asociado laico) de este sínodo (Iglesia) a partir del año de 1961, y es aceptado por una asamblea general ordinaria como miembro pleno, de hecho y de derecho pleno de esta Iglesia.
A partir de allí ha participado orgánicamente de las Asambleas Ordinarias y/o Extraordinarias de esta Iglesia, quedando registrados los nombres de los delegados enviados en los libros de Actas Locales y también en las Actas de dichas Asambleas. Ha participado en la organización, construcción y discusión de las Normas de Vida Internas de la Iglesia Evangélica Luterana Unida, aprobadas en la Asamblea General Ordinaria del año de 1972. Las cuales ha posteriormente incluido en las condiciones sine qua non de membresía, de sus estatutos locales y de personería, “Art. 5 £ d) – Aceptar como tales las Normas de Vida Interna de la Iglesia Evangélica Luterana”, que ya contemplaban desde el primer registro de personería también los libros confesionales luteranos “comprendidos en el Libro de Concordia (1580)”.
La relación entre esta comunidad y la Iglesia Evangélica Luterana Unida (así constituída a partir de 1948 – miembro fundador de la Federación Luterana Mundial junto a la Iglesia Luterana de Suecia [Svenska Kyrkan]), ha sido fructífera y ha traído muchos frutos para toda la Iglesia así como para la comunidad local. Muchos fueron los/as seminaristas oriundos de esta comunidad y un buen número de Pastores/as actuales tiene relación directa por ser originarios de esta comunidad o por haber participado desde su juventud de actividades sinodales en el ámbito de la parroquia, tales como los campamentos en Panambí. Por el otro lado la Parroquia ha recibido ayudas en fideicomiso para la construcción de su Templo, instituto de enseñanza y casa pastoral, ingenio azucarero en Mártires, entre otros; de la Comunión Luterana Mundial por intermedio de la Federación Luterana Mundial. Este fideicomiso está y siempre estuvo conectado a la misión de la Iglesia y a los parámetros éticos y normativos de esta misma. Incluso hay cláusulas de porcentaje de becas que deben ser solidariamente puestas a la disposición de personas que necesiten en el ámbito de la comunidad luterana y también local y ecuménica. En este sentido el fideicomiso y la construcción de locales comerciales para su posterior alquiler condicionan totalmente el uso de estos fondos para la misión de la Iglesia, por ende este modelo de fideicomiso, de administración de acuerdo a los parámetros establecidos por la Federación Luterana Mundial al transferir los fondos a la Iglesia nacional y esta consecuentemente a la comunidad local están totalmente documentados y archivados en los anales de la Federación Luterana Mundial (con sede en Ginebra – Suiza), Iglesia Evangélica Luterana Unida (con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina) y de la Parroquia Luterana Olaus Petri (con sede en Oberá, Misiones, Argentina).
Es casi increíble que después de más de 50 años de relación de hecho se desconozcan de forma tan abrupta y sistemática las Normas de Vida, los Estatutos locales y los Estatutos y Reglamentos de la Iglesia Evangélica Luterana Unida.