Funcionarios que “miran para otro lado” y un poder ejecutivo
que no ejecuta las leyes que, en ambos casos: ya estaban. Pareciera que siempre
es necesario que un gran número de vidas se pierdan para que las personas y la
sociedad “abran los ojos y los oídos”. A nuestro modo de ver hay un velo que
tapa los ojos y el entendimiento de los/as ciudadanos/as pues la conexión de la
tragedia con el mal desempeño de los funcionarios y entes reguladores es
evidente; y por ende la gran mayoría no lo logra visualizar.
Estos hechos que nos dejan sin reaccionar por algunos días,
que generan un cierto “vacío social” y una comparación inmediata con nuestros
jóvenes e hijos/as que también podrían estar en un lugar como estos y haber
sufrido lo mismo; con el tiempo va desapareciendo y se vuelve a la “normalidad”
de nuestras vidas.
Los familiares directos de las víctimas de la tragedia son
los que con mucha dificultad lograrán superar las pérdidas y el dolor.
Remarcar este hecho de Santa María así como el de Cromañón y
otros es consecuencia directa de la responsabilidad social de cada uno/a de
nosotros es muy duro, pero real! Cada uno/a de nosotros/as que con nuestro
descompromiso diario pensamos solo en lo inmediato y no tenemos idea de lo que
podremos ser en lo mediato y a largo plazo como comunidades y sociedad. El “velo”
que cubre nuestros ojos es la comodidad de no pensar en el otro/a y de no
fiscalizar como ciudadanos/as lo que tienen o tendrían que estar haciendo los
que, elecciones de por medio, tienen la responsabilidad y la función para esto.
Como misioneros podemos mirar a Cromañón y a Santa María
como algo lejano: ¿cómo estarán las habilitaciones y las construcciones en los
lugares dónde nuestros jóvenes van a bailar y/o divertirse? ¿cómo estará la
fiscalización por la entrada de menores en horarios y lugares no habilitados
para este fin? Si Ud. es adulto/a y ciudadano/a responsable, tome el tiempo y
haga la fiscalización en los lugares adónde permite que sus hijos/as estén, sea
el mismo un lugar bailable, escuela y/o espacio de recreación. El controlo
social ejercido por la ciudadanía es lo que más ayuda a transformar las
sociedades y lo que hace con que todos crezcamos.
“Mirar para otro lado” como práctica de vida, normalmente
nos trae consecuencias amargas pues en algún momento la “sortija de la calesita”
puede tocarnos y allí ya es tarde. El compromiso ciudadano es parte del
quehacer del cristiano en la sociedad. Jesús mismo, resucitado le llama la
atención a sus discípulos: dejen de mirar hacia arriba y vayan hacer lo que se
les ha encomendado (predicar el evangelio y anunciar la salvación). A
nosotros/as, como ciudadanos/as también se nos encarga el ejercicio de la
ciudadanía en todos los aspectos de la misma. La consecuencia directa de la
falta de este ejercicio son las tragedias y también las vidas que se pierden en
el día a día de nuestra sociedad.
Comprometerse para el cambio de la vida de uno tiene que
tener consecuencia en la vida de todos, sino es aliarse a la muerte del otro y
también la de uno mismo. Que la fe en Cristo nos ayude a sacar estos peligrosos
y dañinos velos de nuestros ojos y que podamos empezar a ejercer nuestra
ciudadanía con urgencia.
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