Pocos años después en américa latina se empieza a gestar la
teología de la liberación: pastores, sacerdotes, obispos y personas de iglesias
cristianas que empiezan a comprometerse con los sectores marginados de la
sociedad; en dónde se encuentra el Cristo de los pobres. Se entiende el camino
del Éxodo bíblico como un espacio de liberación de los poderes “del faraón” (dígase
poderes militares que estaban agobiando a los países de esta región). Mucha
fuerza ha traído esta perspectiva teológica hacia los movimientos de lucha y
resistencia, desarrollo de conciencia y búsqueda de dignidad, respeto y
derechos humanos.
Si Dalí pudiera hoy hacer una visita a Misiones estaría
maravillado de la potencia de su ironía y de los discípulos que tiene por acá.
Hace unos pocos año uno de estos “cura de los pobres” sacó las ganas
reeleccionistas de un arquitecto que tiene sus delirios místicos y de poder.
Como vuelto y cambio ha construido una enorme cruz hueca (en lo arquitectónico)
y también vacía de contenido. Un contrasentido completo para con la propuesta
misma del cristianismo, aunque bendecida con pompas y glorias por algunas “autoridades
religiosas”.
Una propuesta cristiana para con la sociedad y para con la
justicia social tendría que pensar en la distribución igualitaria de las
ganancias y de una mejor salud, educación, habitación y desarrollo de fuentes
de trabajo digno. Para los seguidores de la cruz hueca y para los discípulos de
sus constructores basta con algunas fotos y algunas infladas estadísticas “turísticas”.
Muy cerca de allí se encuentran unos centenares de familias que podrían tener
su vida mejorada con mucho menos de esta mega obra “faraónica”.
Dalí se hubiera regodeado en las palabras del arquitecto de
la cruz hueca pues en un momento de euforia y de misticismo dijo que con “esta
cruz hemos concluido la obra de los jesuitas en misiones”. Para los conocedores
de la historia de los jesuitas en américa del sur y de sus misiones sabemos que
erigir una cruz hueca de contenido y de sentido distaba mucho de su objetivo.
Cabe al pueblo de Misiones la responsabilidad de poner en
contraste con la falta de sentido y con los grandes negocios que se hacen con
lo que tendría que ser para el bien de todos/as una propuesta que sea
superadora y que traiga espacios de construcción social en dónde las voces de
aquellos, que son “tapados” por las imágenes turísticas huecas y sin sentido,
sean escuchadas y valoradas. Miles de niños/as que podrían tener una esperanza
de vida distinta con solamente cambiar las prioridades de gobierno y de estado;
aunque los que hoy lo podrían hacer siguen sosteniendo que en Misiones “los
pobres siempre existieron”.
Uno de los pecados estructurales es el mantenimiento de la “pobreza”,
ojalá que nuestro buen Dios nos ayude a cambiar los destinos de toda la
ciudadanía, poniendo sentido en nuestras vidas y en la dignidad de todos/as.
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