miércoles, 1 de agosto de 2007

El colono prodigo

Se cuenta que en una época de la historia un muchacho hijo de agricultor bajo las ilusiones de las metrópolis fue a buscar nuevos rumbos para su vida y para esto exigió que le dieran lo que le correspondía de la herencia para solventar nueva vida. Pasó que no se dio cuenta que en la ciudad tenía que pagar hasta por el agua que tomaba, el techo dónde se albergaba y todo lo que consumía y usaba y al poco tiempo se le fue todo su “capital” malgastado.
Empezó entonces buscar lugar para trabajar; pero como no tenía calificación para el trabajo lo único que logró fue hacer algo que hacía también en su casa (trabajo de la granja): cuidar chanchos. Pero de tan hambriento que estaba se dio cuenta que los chanchos comían mejor que él y entonces se puso en marcha para volver a la casa de su padre (la colonia).
Si este pequeño cuento tiene alguna similitud con la realidad cabe a los/as lectores/as decidir. Lo que sí podemos ver en nuestro entorno que pareciera que aquellos que han dejado lo poco que tenían en la colonia ahora tienen menos todavía y sus tierras ahora están ocupadas (en muchos casos) por árboles estériles (pino) que generan un gran desierto verde. Aparte la rentabilidad es infinitamente menor que se produjera alimentos. O sea, la tierra que dejó el colono pródigo ahora está en manos de alguno/a o de una empresa que no le importa la relación telúrica de la producción de la subsistencia, pero sí la rentabilidad a largo plazo.
Lo que nos llama mucho la atención es que para generar este desierto verde hay apoyo de órganos oficiales e incluso con subsidios que lo permiten. Se hiciéramos una cuenta distinta y realmente nos pusiéramos en la postura del padre del que se había ido y permitiéramos su vuelta a la producción de su subsistencia apoyándolo como realmente es necesario generaríamos una posibilidad distinta en nuestra realidad misionera.
Hay muchos estudios académicos que sostienen que la producción agrícola familiar es mucho más rentable que la cultura extensiva y aparte genera una muy buena distribución de la renta, reactivación de la industria y del comercio, una mejor educación y también mejor estándares de calidad de vida.
Nosotros como cristianos en toda la provincia podríamos comprometernos más, aunque contra nuestros intereses particulares, en generar una vuelta a la producción primaria en la colonia y así mejorar la calidad de vida de muchos niños y niñas que están en riesgo de desnutrición. Por ejemplo si en una cierta ciudad pusieran todas las personas que tienen los planes sociales para hacer grandes huertas y plantar extensiones considerables de alimentos podríamos entonces mermar la dificultad alimentaría de aquellos que allí trabajan, mejorar la calidad de los comedores, llevar mejor comida a los hospitales y otras instituciones necesitadas.
Podríamos poner esta pequeña inversión ($150,00) que hace el gobierno nacional a producir un cambio de vida en toda la provincia y ser modelo de cambio de paradigma a nivel nacional. La tierra es bendecida con la posibilidad de producir alimentos, con el trabajo coordinado es posible, pero pareciera que es mejor tener a todos lo beneficiarios de los planes sociales hambrientos, macheteando caminos, limpiando veredas, mientras podrían estar autoabasteciéndose y produciendo alimentos que mejorarían la vida de muchos y muchos. Todos son invitados a abrir sus mentes y recibir propuestas que cambien nuestra realidad para mejor.
Creemos que Dios nos bendijo enormemente con la tierra que tenemos pero a muchos de nosotros pareciera que es mejor el hambre que la vida.

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